Eliana Gilet
4 noviembre 2015
Miriam Vargas tiene una sonrisa que irradia luz cuando habla. Claro que la gente la escucha pero no la ve, aunque seguramente reconocerían el tono de su voz. Es integrante del grupo de comunicadores que hace posible que Axocotzin, la radio comunitaria de Tlaxcalancingo en el estado de Puebla viva, luche y transmita.
El proyecto nació en el año 2009 transmitiendo por internet, hasta que en 2011 tomaron el aire y se lanzaron a la fm. Desde entonces vienen recorriendo un lento pero seguro proceso que fue afianzando la confianza de la comunidad en la herramienta, al punto que cuando la situación (y la represión) apretaron, la gente se volcó a la fm para saber qué era lo que estaba pasando.
“Cuando existe algún problema fuerte en las comunidades que tiene interés para todos, lo que se hace en los pueblos náhuatl de Puebla es tocar la campana. Tiene diferentes formas de sonar, para fiesta o un fallecido, o las horas del día y eso podemos identificarlo. Es un lenguaje”.
El episodio en que Miriam se convenció de que eso era así fue durante la defensa del campo deportivo del pueblo, hace bien poquito, a fines de agosto de este año. La radio acompañó el proceso de defensa, transmitió las asambleas en vivo y también las negociaciones con el gobierno del Estado, que se había comprometido a respetar el campo.
A la mañana siguiente, las pocas personas que se habían quedado como garantía de que no los engañaran, vieron cómo una delegación de granaderos y bomberos se les venía encima. Les decían que simplemente iban a aplanar el campo para cuando llegar el gobernador. Todo el mundo estaba alterado. Los punkis del pueblo armaban barricada mientras una líder comunitaria del pueblo intentó organizar la cosa. La orden que le dio a Miriam fue muy precisa: “vete a la radio y avisa. El señor encargado de repicar la campana no está, así que esa es tu tarea”, le dijo.
“Dije híjole, no me quería ir, estaban todos ahí, resistiendo, pero me fui en la bici. Cuando llegué a la cabina era muy temprano, eran las seis de la mañana. Todavía no había ningún programa. Entonces prendí el transmisor y saludé como siempre”.
La voz de Miriam cambia ligeramente y no es difícil imaginársela frente al micrófono: “estamos iniciando programaciones de manera anormal, como saben estábamos en el campamento que se mantenía para la defensa del campo. Los acuerdos de asamblea se violaron, en este momento están llegando los granaderos y gente del gobierno del Estado. El comité a cargo nos encomendó que convocáramos a todos para la defensa del campo”.
La convocatoria fue rapidísima para asombro de la locutora que había hecho el anuncio. “Cuando les pregunté a los que habían llegado al campo me contestaban que cualquier cosa que pasara lo iban a decir en la radio. Como sabían que estábamos ahí en la madrugada, habían dormido con la radio prendida”.
Esa fue la prueba que convenció al colectivo de que ya no había distancia entre la comunidad y la radio. “Lo estamos haciendo, la gente lo está viendo, están ocupando la radio como la herramienta que necesitamos para ser pueblo”.
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No todo siempre fue tan sencillo. Tanto Axocotzin como su hermana, la radio comunitaria Zacatepec, que también es parte del municipio de San Andrés Cholula, en Puebla, han tenido que resistir.
Ambas radios tuvieron cobertura regional hasta que las fueron a incautar, hace poco más de un año. No se pisaban en el espectro. Axocotzin llegaba a la ciudad de Puebla y a toda la región Cholulteca. Zacatepec llegaba casi a la región de Atlixco y de Huejotzingo, hacia la región de los volcanes. “Ellos hacia allá y nosotros hacia acá”.
El día que allanaron la radio comunitaria Axocotzin, en Tlaxcalancingo, habían ido una hora antes por la de Zacatepec. Para entender esa avanzada, Miriam, vivaracha y de voz clara, refiere que hay que entender el proceso que se comenzó a dar en el estado desde que Rafael Moreno Valle entró a la gobernatura de Puebla.
El primer embate hacia las comunidades fue la imposición del Proyecto Integral Morelos, un gasoducto que atraviesa las comunidades indígenas que están al pie del volcán Popocatéptl. Con los proyectos, relata la joven comunicadora, se impulsaron leyes que avalaban un aumento represivo. Para muestra sobra un botón y en Puebla fue la Ley Bala: esa que avalaba que la policía usara munición real y que tuvo que echarse atrás, luego de que un jovencito de 13 años fuera asesinado por la fuerza policial al intentar dispersar una manifestación a tiro limpio.
“Tampoco fue casual que ese día que vinieron a allanarnos, en las comunidades opositoras a cualquier tipo de proyecto había gente del ejército, había tanquetas. Toda la fuerza coercitiva del Estado estaba en esas comunidades. Así también, en San Andrés Cholula, había una “exposición” (muy entre comillas, aclara) del Ejército y la Marina”.
Entonces, ¿cuál es el vínculo entre las radios y las resistencias a los proyectos impulsados por la gobernación del estado de Puebla?
“La situación se empieza a poner más difícil cuando en agosto de 2014 hay muchos problemas en el territorio al que sirven las radios de Tlaxcalancingo y de Zacatepec”. La clave está en las palabras que Miriam usa, las radios “sirven” a los territorios.
“La estrategia que usaron contra nosotros fue doble: usar la fuerza pública y la represión para aplacar al pueblo y empezar a cerrar estos medios que recogen su sentir y refuerzan la identidad del territorio y de la forma de vida del pueblo. Estos eran los únicos espacios en que la gente podía escuchar opiniones y puntos de vista, desde científicos hasta gente del pueblo que decía por que no debían aplicarse estos proyectos”.
El 4 de agosto de 2014, funcionarios del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFETEL) junto a efectivos de la Policía Federal y del Estado entraron por la fuerza, encapuchados “como si estuvieran por un narcotraficante”, portando armas largas en el estudio de Zacatepec. “Llegan con este oficio que dice que la radio comunitaria ha sido denunciada por estar interfiriendo en el espectro radioeléctrico de manera ilegal. Les dejan este documento a quienes encontraron en la radio en ese momento. Desde Zacatepec nos hablan y nos dicen que acaban de llevarse el equipo, las computadoras y el transmisor mientras estaban transmitiendo. La gente de esa comunidad se enteró cuando se fue la señal”.
El tiempo que demoran en completar el operativo es el que se tarda en recorrer la distancia que hay entre ambas localidades.
“Cuando llegan a la radio Axocotzin vienen haciendo exactamente lo mismo, al punto que la gente se espantó porque dijeron ¡pues van por un narco! No nos ha pasado ver ese tipo de escenarios en nuestra comunidad”. Varias camionetas, los coches, los pasamontañas, las armas largas.
“En el momento en que llegan, nuestra compañera María Eugenia que no tiene una pierna, los detiene. Ellos intentan abrir por la fuerza y ella contesta que no hay nadie, que para qué quieren entrar. Finalmente rompieron las ventanas para entrar por los equipos”.
No detuvieron a nadie en esa instancia, pero toda la información que tenía la radio, todos los programas grabados, “sobre todo los periodísticos que son los más importantes para nosotros”, se fueron con el material incautado.
Sí les dejan un citatorio con una multa de 33 mil pesos que tenían que pagar, acusados de estar obstruyendo con su señal la navegación de aviones de un helipuerto cercano. El documento afirmaba además, que si no pagaban se iniciaría acciones por la vía judicial contra los responsables del proyecto.
¿Cómo hicieron entonces? “Decidimos seguir transmitiendo en fm de manera más esporádica. Hicimos una cabina itinerante que ya no estuviera en un solo lugar para que no volviera a pasarnos lo anterior”.
Los de Zacatepec, en cambio, decidieron seguir con las transmisiones. Cuando unos pocos meses más tarde volvieron a convocar a una actividad en el pueblo en oposición a uno de los proyectos impulsados por el gobierno del Estado, la represión sobre Zacatepec no demoró ni 24 horas. “A la noche siguiente volvieron los agentes ministeriales, federales y estatales a incautar nuevamente los equipos de esa radio, pero en ese caso, no fue el IFETEL. Los judiciales blindaron la cabina de la radio y dijeron que allí se traficaba droga. Sabemos que hay una averiguación previa en la que están buscando nombres de quienes hayan participado del proyecto, para inculparlos de ser quienes vendían droga en el espacio de la radio”.
¿Es tan peligrosa una radio como para recibir una respuesta de tal magnitud? Miriam no duda en afirmar que sí, que más que peligrosa, es germinal. “La radio comunitaria es un medio con mucho potencial. Lo que más nos impactó es que haya podido generar desde lo más fino, que es tejer lazos comunitarios fuertes, a lo más duro, que es la defensa del territorio. Eso lo vuelve un foco rojo para el Estado, que lo único que busca es conseguir sus propios fines.”
Axocotzin se recuperó despacio, tal como se había creado. Ahora están instalados en un lugar que les proporcionó la comunidad desde dónde transmiten por internet. Tiene todavía la chispa de la fm, pero la hacen en movimiento, como históricamente lo han hecho aquellos que se convierten en los responsables de levantar la voz cuando todos callan, esos que, como dijo aquel maestro argentino, sienten “el compromiso de dar testimonio en momentos difíciles”.
Las radio comunitarias en resistencia contra el Proyecto Integral Morelos
Video: Fran Richart
Fotos: Eliana Gilet
Fotos: Eliana Gilet
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